14. Romance de aquel hijo que no tuve contigo- Rafael de León.
Linda Martz Parra
3 feb 20202 Min. de lectura
Romance de aquel hijo que no tuve contigo
Hubiera podido serhermoso como un jacintocon tus ojos y tu bocay tu piel color de trigo,pero con un corazóngrande y loco como el mío.Hubiera podido ir,las tardes de los domingos,de mi mano y de la tuya,con su traje de marino,luciendo un ancla en el brazoy en la gorra un nombre antiguo.Hubiera salido a tien lo dulce y en lo vivo,en lo abierto de la risay en lo claro del instinto,y a mí... tal vez que salieraen lo triste y en lo lírico,y en esta torpe manerade verlo todo distinto.¡Ay, qué cuarto con juguetes,amor, hubiera tenido!Tres caballos, dos espadas,un carro verde de pino,un tren con cuatro estaciones,un barco, un pájaro, un nido,y cien soldados de plomo,de plata y oro vestidos.¡Ay, qué cuarto con juguetes,amor, hubiera tenido!¿Te acuerdas de aquella tarde,bajo el verde de los pinos,que me dijiste: —¡Qué gloriacuando tengamos un hijo! ?Y temblaba tu cinturacomo un palomo cautivo,y nueve lunas de sombrabrillaban en tu delirio.Yo te escuchaba, distante,entre mis versos perdido,pero sentí por la espaldacorrer un escalofrío...Y repetí como un eco:«¡Cuando tengamos un hijo!...»Tú, entre sueños, ya cantabasnanas de sierra y tomillo,e ibas lavando pañalespor las orillas de un río.Yo, arquitecto de ilusioneslevantaba un equilibriouna torre de esperanzascon un balcón de suspiros.¡Ay, qué gloria, amor, qué gloriacuando tengamos un hijo!En tu cómoda de cedronuestro ajuar se quedó frío,entre azucena y manzana,entre romero y membrillo.¡Qué pálidos los encajes,qué sin gracia los vestidos,qué sin olor los pañuelosy qué sin sangre el cariño!Tu velo blanco de novia,por tu olvido y por mi olvido,fue un camino de Santiago,doloroso y amarillo.Tú te has casado con otro,yo con otra hice lo mismo;juramentos y palabrasestán secos y marchitosen un antiguo almanaquesin sábados ni domingos.Ahora bajas al paseo,rodeada de tus hijos,dando el brazo a... la levitaque se pone tu marido.Te llaman doña Manuela,llevas guantes y abanico,y tres papadas te cortanen la garganta el suspiro.Nos saludamos de lejos,como dos desconocidos;tu marido sube y bajala chistera; yo me inclino,y tú sonríes sin gana,de un modo triste y ridículo.Pero yo no me doy cuentade que hemos envejecido,porque te sigo queriendoigual o más que al principio.Y te veo como entonces,con tu cintura de lirio,un jazmín entre los dientes,de color como el del trigoy aquella voz que decía:«¡Cuando tengamos un hijo!...»Y en esas tardes de lluvia,cuando mueves los bolillos,y yo paso por tu callecon mi pena y con mi librodices, temblando, entre dientes,arropada en los visillos:«¡Ay, si yo con ese hombrehubiera tenido un hijo!...».
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