El vaivén
No sé de qué manera explicarte... ¿Cómo es que me mantienes profundamente atada a ti?
Llegaste ayer después de un largo tiempo de haber partido y mis pensamientos sólo se enfocaron en tu existencia.
¡Dios! Lucías tan guapo, con la imagen enigmática que te caracteriza; aunque has cambiado radicalmente desde la última vez que te había dejado ir.
La expresión de tus ojos era irresistible: madura, firme... arrebatadora; como siempre, me sigues envolviendo en tus palabras halagadoras, redes dulces que me congelan, lazos fuertes que me atan.
En cambio tu vas y vienes como quieres, te resistes a dejar fluir algo que puede tornarse deliciosamente interesante y hermoso, porque a ti hay algo más que te gana, y no es persona ni objeto, sino un sueño y un objetivo.
Es eso lo que me afana irrevocablemente... ¡Saber que tal vez no pueda tenerte y sentir un fuego ardiente en mi corazón cuando te veo!
¡Ah! Y ya ahora, has retomado el vuelo a la lejanía, dejando una odisea entre mis sentimientos y deseos.
Y mi alma quedará en suspenso otra vez, como una vela esperando ser encendida al fuego, desprender calor y morir de nuevo.
Por: Abril Martz Parra.
![](https://static.wixstatic.com/media/90f9a0_c4bcea71720b41ada31e1c4ac6f8addf~mv2.gif/v1/fill/w_346,h_615,al_c,pstr/90f9a0_c4bcea71720b41ada31e1c4ac6f8addf~mv2.gif)
Comments